El objetivo del ecofiltro fue obtener agua potable a bajo costo, aprovechar materias primas y tecnología local, y que fuera fácil de fabricar. Sin embargo, su desarrollo alcanzó objetivos más allá de la meta trazada. Los resultados favorables le permitieron obtener el premio otorgado por la Asociación Latinoamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental, y el galardón Market Place Award for Sustainable Technology (2003 y 2004), otorgado por el Banco Mundial, debido a su aporte a la humanidad. El proyecto consistió en la elaboración de un filtro de agua potable que proporciona 83 litros a la semana de agua pura, mediante un filtro artesanal fabricado a bajo costo. Se trabajó en el desarrollo tecnológico aplicado a la utilización de materiales y materias que favorecieran el proceso de filtración. Como él mismo declaró: “Nuestro proyecto consistió en la elaboración de un filtro de agua potable que proporciona 22 galones a la semana de agua pura, mediante un filtro artesanal fabricado a bajo costo. No inventamos la filtración, sino que se trabajó en el desarrollo tecnológico que fue aplicado a la utilización de materiales y materias que favorecieran el proceso”.
El Ecofiltro se desarrolló con el fin de ponerlo al servicio de la población y de la humanidad, y ya se utiliza en países de África, Asia, Caribe y América del Sur. Paradójicamente, en Guatemala es difícil su aceptación. Uno de los máximos responsables de la extensión en el uso de estos ecofiltros fue Ron Rivera - fallecido el 3 de Septiembre de 2008 - con su organización Potters for peace
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