Preferían aceptar que muy poco debían a las generaciones anteriores y que en el terreno político-cultural, la juventud centroamericana era una juventud sin guías, sin maestros ejemplares. Sobrecargado de inocencia, de buenas intenciones, de desconciertos, de verbosidad, de subdesarrollo, Otto René Castillo participaba como un nuevo tipo de salvadoreño y un nuevo tipo de guatemalteco, un nuevo tipo de compatriota y un nuevo tipo de extranjero
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